Fahrenheit 451

Argumento

Guy Montag es un bombero que, paradójicamente, no debe salvar a la gente del fuego, sino de la llama del conocimiento; debido a que su misión principal es la de provocar incendios y extinguir cada libro existente.

Montag es fiel a su función como bombero hasta que conoce a Clarrise, una joven vecina que realiza demasiadas preguntas y desencadena en él cierto malestar ideológico, hasta replantearse su relación con Mildred, su mujer.

Fahrenheit 451 está divida en tres partes que corresponden a una estructura novelística básica, presentación de los personajes y el escenario, nudo, donde la acción transcurre mayormente, y desenlace.

Abstracción

Considerada una lectura imprescindible, Bradbury consigue reunir en esta breve novela una serie de reflexiones que apelan directamente al lector y lo invitan a sumirse en ellas. De hecho, su frase introductoria puede considerarse una de las más conocidas y repetidas de la literatura.

451º Fahrenheit: la temperatura a la que el papel de los libros inflama y arde.

También archiconocida la primera oración del libro, que presenta con fuerza la ideología principal.

Era estupendo quemar.

Con estas dos premisas se introduce al protagonista, Guy Montag, quien aparece disfrutando de su cometido como bombero. La firmeza de su cometido laboral empieza a desmoronarse apenas transcurridas unas páginas, cuando se topa por primera vez con Clarisse; quien le plantea dudas que nunca antes se había cuestionado. Poco después, Montag se encuentra a su mujer inconsciente en casa, lo que contribuye a desencadenar una crisis existencial. Para Mildred, un lavado de estómago a modo de reinicio es un hecho cotidiano, lo que empieza a calar en Montag, quien actúa totalmente desconcertado y desamparado.

Mildred, la esposa de Montag, y Beatty, su superior, son los dos personajes secundarios con más peso, ya que son la representación del sistema opresor que ahoga a Montag con distracciones tecnológicas. La esposa encarna a un sujeto cualquiera que vive según lo establecido, que no es capaz de pensar fuera de los límites; alguien que no posee suficiente autonomía para sublevarse contra el gobierno.

Beatty supone un cargo de mayor relevancia dentro del sistema social. Es el superior del cuerpo de bomberos, con años de servicio, lo que le otorga no solo conocimiento sobre la sociedad anterior, sino conciencia sobre las repercusiones.

Las descripciones de la sociedad se alternan debidamente con los diálogos, por lo que el ritmo de la lectura es ameno y ligero. Al lector se le permite reflexionar lo justo antes de que se proporcione una nueva información o parlamento relevante para cambiar el curso de los acontecimientos.

Desnudando el libro

Bradbury encierra en esta novela un imaginario con suficiente poder para desbaratar al lector. Ambienta el relato en una sociedad avanzada, que bien podría ser paralela, repleta de objetos tecnológicos que dominan a la población y la sumen en ellos.

A este primer elemento se le suma la amenaza que simbolizan los libros dentro de un sistema totalitario que condena el pensamiento libre. Por lo tanto, el ejercicio crítico de esta breve novela es doble.

Por una parte, pone de manifiesto el control que asume la tecnología en la vida diaria de los individuos, adueñándose de la mente de los ciudadanos; creando un escenario postapocalíptico literario. El temor del gobierno al raciocinio es tal que en el desenlace se descubre la existencia de una comunidad de hombres y mujeres que viven en paralelo a la supuesta sociedad democrática que habitan los demás. Escondido en las sombras opera un colectivo con el propósito de mantener con vida obras que inducen a la meditación. Para ello, han tenido que sacrificar su existencia como parte de la sociedad, dedicando la suya a preservar la libertad para futuras generaciones.

Por otro lado, es latente la dura crítica que realiza el libro contra los regímenes totalitarios. No es difícil imaginar que el autor reacciona a un contexto cercano, como es la IIGM, creando una sociedad donde podría interpretarse que ha ganado el control, la tiranía. Se traduce en escenificar la pérdida del valor de la vida, la violencia desmesurada, la dura crítica a la pasividad de los intelectuales, el control mediático, la relevancia de la religión; todo ello parte de sistemas como el nazi o el fascista. En ambos ejercicios la libertad de reflexión y expresión no solo está prohibida, sino que está penada con la alienación o la muerte.

Ambientación

Ray Bradbury, 1920 – 2012, publicó Fahrenheit 451 en el año 1953, apenas ocho años después del final de la IIGM, en un ambiente de recuperación bélica y en plena Guerra Fría.

De formación autodidacta, vivió la guerra como constante desde la juventud; progresando como adulto en un mundo controlado por dos grandes potencias mundiales. La URSS, y por ende el comunismo, dominante de la mayor parte de Europa, donde instauró gobiernos títere, en los cuales no existía la libertad de expresión; y los EE. UU., dueños del sistema capitalista.

Resulta evidente que Bradbury apela a esta cuestión refugiándose en el universo de la ciencia ficción. De hecho, el propio autor se consideraba un consejero moral, por lo que Fahrenheit 451 abre un mundo de reflexiones al lector que decida acercarse.

Reflexión

Este libro ha resultado una delicia, una de esas historias que se postergan para alargarse y mantener cada primer contacto como algo único e irrepetible. Después de esa lectura paciente y caprichosa se entiende por qué es considerado un libro de referencia, de esos que Calvino definiría como clásico literario.

Cada idea es tratada individualmente, pero integrada en este imaginario que naturaliza la actuación de los bomberos que originan incendios, recreándose en la carbonización con el olor a papel quemado.

Sin duda, se invita a cualquier lector a que se acerque al aroma de las ideas desvaneciéndose y que se sumerja en ellas para cavilar libremente después.